Dios nos escogió en él antes de la creación
del mundo, para que seamos santos
y sin mancha delante de él.
Efesios 1:4 (NVI)
Cuantas veces David fue ignorado, rechazado y menospreciado por simplemente ser el menor de una numerosa familia. Incluso cuando el profeta Samuel llegó a Belén, a la casa de Isaí, este miro con ilusión a los siete primeros hijos de Isaí con alguna esperanza de que alguno de estos fuera el designado por Jehová para ser nombrado el segundo rey de Israel y el sucesor de Saúl.
¿Son éstos todos tus hijos? preguntó Samuel con un cierto grado de preocupación. Isaí responde: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Fue entonces que una extraña sensación de expectativa invadió al profeta. Al referirse Isaí a David como “el menor” no solo hacia referencia a la posición genealógica en la familia. En hebreo “el menor” representa algo más que edad, significa que en la opinión de su padre David era el insignificante de todos sus hijos, el de menor valor, mientras que sus hermanos eran más educados y tenían actividades más importantes.
David se dio cuenta de que su identidad, creada por las circunstancias y las situaciones de la vida no era la correcta.
La vida de toda persona es marcada por alguna de las siguientes cosas:
- Experiencia: Abuso, engaño, muerte de un ser querido, etc.
- Vicios: personal, o de alguien cercano: drogadicción, pornografía, alcohol, etc.
- Familia: divorcio, orgullo, apariencia, menosprecio, nivel social, etc.
- Religión: “soy protestante” o “soy católico” o “soy musulmán”
Nuestra identidad es lo que pensamos de nosotros mismos. Cuando creo y pienso que no tengo valor quedo ligado a las experiencias que he vivido en el pasado.
Pues como piensa dentro de sí, así es. Proverbios 23:7 (BLS) |
Cuando nos identificamos con una circunstancia, nuestra identidad se distorsiona. Por lo tanto de la manera en que pensamos de nosotros mismos, es como actuamos.
Tu estas viviendo ahora mismo la vida que escogiste basado en lo que piensas de ti mismo. Por eso hay gente que no aspira a grandes cosas, porque perciben un valor muy bajo de sí mismos.
No es lo que Dios piensa de ti, ¡es lo que tú piensas de ti lo que determina tu vida! En la Biblia nos da un ejemplo de claro sobre esto:
Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. Números 13:32-33 (RV1960) |
Dios le había dicho al pueblo de Israel: Ustedes son conquistadores, son mi pueblo victorioso, ¡vayan y tomen la tierra que les prometí! Eso es lo que Dios sabia de ellos. Sin embargo, ellos regresan y dicen: “Y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas…” y no entraron. Fueron limitados por su identidad. Fueron impactados en Egipto de tal manera que aunque Dios los había librado de la esclavitud seguían siendo esclavos de su propia imagen.
Ni tu pasado, ni tus experiencias, ni la iglesia, ni tu familia tienen derecho a decirte que eres. ¡Sólo Dios tiene el derecho de decirte quien eres!
Te espero la próxima semana en la continuación de esta serie “Generación de Conquistadores: Desarrollando Una Identidad Correcta” suscríbete en mi blog http://www.jorgerosado.com/ para recibir nuevos mensajes.