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La Transición

En días recientes meditaba sobre aquellos factores que me hacen permanecer estancado y no moverme a las nuevas cosas que Dios tiene para mi vida. Aunque son muchos, comparto contigo tres que pudieran tal vez estar afectándote también a ti:

1. Complacencia
El cambio es duro. Los cambios positivos que quisiéramos realizar en nuestra vida son tan duros como los cambios que las circunstancias inesperadas (pérdida de empleo, de un ser querido, divorcio) nos obligan a hacer.

A veces es más fácil permanecer en el lugar que estamos que movernos adelante. Incluso a menudo es más cómodo pegarse a algo mediocre que es tolerable y familiar que abrazar algo preferible y desconocido.

2. Pesar
No sé explicar realmente esto. Todo lo que puedo decir es que mis pesares (dolor interno, pena) dominan a menudo mis ambiciones, haciéndome permanecer en un estado de parálisis.

3. Distracción
Es duro decir cuántos cambios y ajustes importantes he evitado porque estaba ocupado atendiendo asuntos insignificantes. Muchas veces se puede perder la atención de las cosas grandes que Dios quiere para uno porque no estamos dispuestos a hacer los cambios necesarios.

No quiero permanecer estancado. No quisiera que el argumento de mi Fe sea eclipsado por un cambio que no estoy dispuesto a hacer. Si tu también tienes esta sensación de estancamiento, como la tengo tan a menudo, aquí está una oración que podemos hacer juntos… si te atreves:

Dios, ayúdame a moverme adelante a la velocidad de tu dirección e intención, no importa cuan dolorosa sea la transición.

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