¿Cuántas veces has pensado que si Dios te quiere mover a un nuevo nivel o a una nueva oportunidad por qué no la presenta como un proceso normal de transición? ¿Por qué sentimos como si nos estuviera empujando? ¿Por qué a pesar de que son cosas que siempre he soñado, deseado y aun han sido confirmadas por Dios mismo, cuando llega el momento de moverme, me invade la duda?
En innumerables ocasiones he pasado por situaciones o eventos de transición que son dolorosos e incómodos. Más aun, he leído hasta la saciedad versos como Josue 1:9 que me dicen “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes porque yo Jehová tu Dios estaré contigo donde quieras que vayas”.
No pretendo tener todas las respuestas, pero es mi constante anhelo conocer a Dios de tal manera que pueda moverme en total fe de que Él está a mi cuidado y que al estar alineado con su palabra, las decisiones que tome o eventos que me ocurren son producto de su plan o propósito para mi vida.
La duda es el camino para fortalecer nuestra fe. Es en ese camino que tomaremos decisiones que envuelven algún grado de riesgo. Enfrentamos el riesgo en el mundo natural con planificación, análisis y acción. En el mundo espiritual se enfrenta con oración, fe en la promesa de Dios para nuestra vida y dependencia total en Él.
Dios nos promete un final glorioso pero serán nuestras decisiones las que van formando el camino. Nuestras decisiones son producto de nuestra forma de pensar que viene como resultado de nuestra sincronización con Dios y su Palabra.
Solo así podré decir: ¡Mi sueño no ha muerto. Esta vivo, muy cerca y se va a cumplir!
En innumerables ocasiones he pasado por situaciones o eventos de transición que son dolorosos e incómodos. Más aun, he leído hasta la saciedad versos como Josue 1:9 que me dicen “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni desmayes porque yo Jehová tu Dios estaré contigo donde quieras que vayas”.
No pretendo tener todas las respuestas, pero es mi constante anhelo conocer a Dios de tal manera que pueda moverme en total fe de que Él está a mi cuidado y que al estar alineado con su palabra, las decisiones que tome o eventos que me ocurren son producto de su plan o propósito para mi vida.
La duda es el camino para fortalecer nuestra fe. Es en ese camino que tomaremos decisiones que envuelven algún grado de riesgo. Enfrentamos el riesgo en el mundo natural con planificación, análisis y acción. En el mundo espiritual se enfrenta con oración, fe en la promesa de Dios para nuestra vida y dependencia total en Él.
Dios nos promete un final glorioso pero serán nuestras decisiones las que van formando el camino. Nuestras decisiones son producto de nuestra forma de pensar que viene como resultado de nuestra sincronización con Dios y su Palabra.
Solo así podré decir: ¡Mi sueño no ha muerto. Esta vivo, muy cerca y se va a cumplir!