Como saben soy un fanático de la NBA desde muy joven. Hoy el mundo del baloncesto profesional recibió una de esas noticias que fue todo una sorpresa. Una ejemplar historia que no deseas que terminen con un triste final: la renuncia de Jerry Sloan como entrenador de los Utah Jazz de la NBA. El dirigente Sloan estableció varios logros durante los pasados 23 años, entre estos se encontraban: ser el único dirigente en la historia de la NBA con 1,000 victorias con el mismo equipo, el técnico que más tiempo llevaba dirigiendo a un mismo equipo en todas las ligas de deporte profesional en Estados Unidos, entre otros.
Sin embargo, lo que más me impactó no fue la noticia de la dimisión de Sloan, sino la renuncia inmediata de su asistente por los pasados 23 años: Phil Johnson. La renuncia de Johnson sorprendió al mismo Sloan. Phil es uno de los asistentes más cotizados del baloncesto porque todo el mundo reconoce que puede dirigir exitosamente un equipo de la NBA. "Llegué con él y me iré con él'', afirmó Johnson, de 69 años.
Es muy extraño ver en estos días personas que teniendo el potencial de un puesto mayor, entienda su rol y mantengan la lealtad y el espíritu de equipo. Mientras ser el segundo puede verse como una debilidad, como una limitación de potencial o incluso como el reemplazo ideal del cual el líder debe cuidarse, este hombre decidió ser el asistente del entrenador Sloan por 23 años. Ser leal a su amigo y jefe, y demostrar que en vez de ser un líder solitario el que dirigía un equipo en Utah, había todo un equipo de líderes dirigiendo el equipo.
¿Cuántas veces vemos personas que están esperando que el líder caiga, renuncie o sea despedido para tomar su posición? Cuando pensamos de esta manera vemos la promoción como el resultado de la caída de otro y no como la transición natural o recompensa a nuestro profesionalismo, dedicación y llamado.
El momento de Johnson de ser entrenador de un equipo de la NBA aún no ha llegado, tal vez nunca llegará, pero creo que este hombre estará siempre satisfecho de que su misión era ser el asistente; el número dos. Hoy la renuncia de Johnson, inmediatamente después de la de su jefe, debe verse como una muestra de lealtad, de compromiso. Una enseñanza de que el líder no necesita una posición o título. Una muestra de la seguridad en cuál es su misión.
Muchas veces lo importante no es ser el líder principal, sino levantar las manos del líder y servir. La clave esta en reconocer nuestro rol.
Jerry Sloan |
Es muy extraño ver en estos días personas que teniendo el potencial de un puesto mayor, entienda su rol y mantengan la lealtad y el espíritu de equipo. Mientras ser el segundo puede verse como una debilidad, como una limitación de potencial o incluso como el reemplazo ideal del cual el líder debe cuidarse, este hombre decidió ser el asistente del entrenador Sloan por 23 años. Ser leal a su amigo y jefe, y demostrar que en vez de ser un líder solitario el que dirigía un equipo en Utah, había todo un equipo de líderes dirigiendo el equipo.
Phil Johnson |
El momento de Johnson de ser entrenador de un equipo de la NBA aún no ha llegado, tal vez nunca llegará, pero creo que este hombre estará siempre satisfecho de que su misión era ser el asistente; el número dos. Hoy la renuncia de Johnson, inmediatamente después de la de su jefe, debe verse como una muestra de lealtad, de compromiso. Una enseñanza de que el líder no necesita una posición o título. Una muestra de la seguridad en cuál es su misión.
Muchas veces lo importante no es ser el líder principal, sino levantar las manos del líder y servir. La clave esta en reconocer nuestro rol.