En una ocasión alguien me pregunto, ¿por qué siempre te estás riendo? Mi respuesta fue sincera pero a la misma vez reveladora aún para mi mismo: “No siempre mi rostro refleja una sonrisa, pero todos los días me esfuerzo porque mi rostro refleje lo que hay en mi corazón,” contesté.
Los que me conocen saben cuando no ha sido mi mejor día, cuando mi rostro refleja que estoy agotado emocionalmente y físicamente, y cuando las presiones y la frustración sobrepasan los momentos alegres. Se me hace muy difícil fingir una sonrisa o destilar una palabra de ánimo en momentos difíciles. Mi rostro y mi tono de voz no mienten.
Sin embargo, puedo decir que afortunadamente los buenos momentos son más que los difíciles. No porque esté enajenado de la realidad o en negación, sino que he decidido vivir una nueva realidad. Una realidad enmarcada en que soy bendecido de tener una hermosa familia, de contar con extraordinarios amigos y mejor aún, de haber encontrado en Dios y en su Palabra refugio a mi corazón. Eso me hace ser feliz aún cuando haya momentos en que pueda sentir tristeza. La felicidad no es una expresión momentánea, sino un reflejo continuo de lo que hay en tu corazón. La felicidad entiende que aún en los momentos duros hay esperanza de que habrá un mejor mañana.
Es entonces cuando aplico con sinceridad y alegría lo que hace varios años aprendí de mi amigo Samuel Clavell: declarar fuerte y firmemente lo que hay en mi corazón y no lo que reflejen las circunstancias de la vida.
Así que, ¿cómo me siento hoy? ¡FELIZ!
¿Qué harías si estuvieras viviendo los últimos 30 días de tu vida? Hoy es el día 23 del conteo regresivo: día en que he decidido ser feliz.
Pregunta: ¿Estás de acuerdo conmigo? Cuándo te miras al espejo ¿tu rostro refleja lo que hay en tu corazón? Escribe tu comentario oprimiendo el siguiente enlace.
Los que me conocen saben cuando no ha sido mi mejor día, cuando mi rostro refleja que estoy agotado emocionalmente y físicamente, y cuando las presiones y la frustración sobrepasan los momentos alegres. Se me hace muy difícil fingir una sonrisa o destilar una palabra de ánimo en momentos difíciles. Mi rostro y mi tono de voz no mienten.
Sin embargo, puedo decir que afortunadamente los buenos momentos son más que los difíciles. No porque esté enajenado de la realidad o en negación, sino que he decidido vivir una nueva realidad. Una realidad enmarcada en que soy bendecido de tener una hermosa familia, de contar con extraordinarios amigos y mejor aún, de haber encontrado en Dios y en su Palabra refugio a mi corazón. Eso me hace ser feliz aún cuando haya momentos en que pueda sentir tristeza. La felicidad no es una expresión momentánea, sino un reflejo continuo de lo que hay en tu corazón. La felicidad entiende que aún en los momentos duros hay esperanza de que habrá un mejor mañana.
Es entonces cuando aplico con sinceridad y alegría lo que hace varios años aprendí de mi amigo Samuel Clavell: declarar fuerte y firmemente lo que hay en mi corazón y no lo que reflejen las circunstancias de la vida.
Así que, ¿cómo me siento hoy? ¡FELIZ!
¿Qué harías si estuvieras viviendo los últimos 30 días de tu vida? Hoy es el día 23 del conteo regresivo: día en que he decidido ser feliz.
Pregunta: ¿Estás de acuerdo conmigo? Cuándo te miras al espejo ¿tu rostro refleja lo que hay en tu corazón? Escribe tu comentario oprimiendo el siguiente enlace.