Hace algunos años participe como Gerente de Proyecto en un proyecto de informática que no terminó como esperaba, por no decir que fue un desastre. De la forma como tuve que abandonar el cliente me hizo sentir lastimado, muy confundido y con mucha vergüenza. Había dado vida y corazón por hacer un trabajo de excelencia, cumplir con las expectativas del proyecto y suplir las necesidades del cliente pero el trabajo del equipo no fue apreciado de la misma forma.
Por años esta situación marcó mi autoestima e incluso me llevó a repensar si en verdad había escogido correctamente mi profesión. Son esos momentos en que te preguntas: ¿porque tuvo que ocurrir esta situación? ¿soy una persona capacitada para realizar estas funciones?
Hace dos años recibe un llamado a volver al cliente. Fue un momento duro. Respire profundamente y camine con la cabeza en alto mientras sentía mariposas en el estómago al entrar por esas puertas donde una vez tuve que salir con la cabeza baja. Aunque las condiciones habían cambiado y confiaba en el trabajo de sanidad que Dios había hecho en mí, cada vez que entraba por la puerta venía a mi mente una imagen de la situación del pasado.
Muchas veces pensamos que el tiempo borrará de nuestra mente esas imágenes o experiencias del pasado. La realidad es que no es así, esas experiencia continuarán en nuestra mente por mucho tiempo. Solo el cambio de perspectiva ante esa situación nos permitirá ser libres y sanar esas heridas. De esa situación aprendí a pedir ayuda, a documentar mucho mejor (lo que no se escribe se olvida), a confiar más en mi equipo y a aferrarme a Dios tanto en los momentos duros como en los momentos donde las cosas están saliendo bien.
Hoy puedo decir que estoy sano. Recuerda ignorar el pasado es vivir en negación, ignorar la realidad del presente es vivir enajenado e ignorar un futuro de esperanza es vivir enajenado de la provisión y el poder de Dios. Dios siempre tiene cuidado de nosotros.
¿Qué harías si estuvieras viviendo los últimos 30 días de tu vida? Hoy es el día 17 del conteo regresivo: el día de un nuevo comienzo.
Por años esta situación marcó mi autoestima e incluso me llevó a repensar si en verdad había escogido correctamente mi profesión. Son esos momentos en que te preguntas: ¿porque tuvo que ocurrir esta situación? ¿soy una persona capacitada para realizar estas funciones?
Hace dos años recibe un llamado a volver al cliente. Fue un momento duro. Respire profundamente y camine con la cabeza en alto mientras sentía mariposas en el estómago al entrar por esas puertas donde una vez tuve que salir con la cabeza baja. Aunque las condiciones habían cambiado y confiaba en el trabajo de sanidad que Dios había hecho en mí, cada vez que entraba por la puerta venía a mi mente una imagen de la situación del pasado.
Muchas veces pensamos que el tiempo borrará de nuestra mente esas imágenes o experiencias del pasado. La realidad es que no es así, esas experiencia continuarán en nuestra mente por mucho tiempo. Solo el cambio de perspectiva ante esa situación nos permitirá ser libres y sanar esas heridas. De esa situación aprendí a pedir ayuda, a documentar mucho mejor (lo que no se escribe se olvida), a confiar más en mi equipo y a aferrarme a Dios tanto en los momentos duros como en los momentos donde las cosas están saliendo bien.
Hoy puedo decir que estoy sano. Recuerda ignorar el pasado es vivir en negación, ignorar la realidad del presente es vivir enajenado e ignorar un futuro de esperanza es vivir enajenado de la provisión y el poder de Dios. Dios siempre tiene cuidado de nosotros.
¿Qué harías si estuvieras viviendo los últimos 30 días de tu vida? Hoy es el día 17 del conteo regresivo: el día de un nuevo comienzo.